dejo que su dueño lo acomodase, repitiendose internamente que las me convenia aprovecar la situacion porque nunca, nunca jamas a menos de que fuese en momentos como ese en los que debia coportarse para no dejarlo en mal lugar, nunca se comportaria d euna manera ta sumisa. Escuchaba aburrido la conversacion de esos dos, arqueando una ceja, enfadado, ante lo de estar a la mado, vamos, como si el fuese un collar.
Miraba de reojo y sin levantar la cabeza las demas mesas del restaurante, todos los que alli estaban tneian pinta de tener unos cuantos millones en el banco..."malditos ricachones" gruño interiormente.